Por María de los Ángeles Pavez
El año 2021 la OECD publicó los resultados de la primera encuesta de habilidades sociales y emocionales, realizada a estudiantes de 10 y 15 años, incluyendo información de sus padres/madres y profesores, de 10 ciudades del mundo. Esta evaluación es muy significativa, porque además de ser uno de los esfuerzos internacionales más importantes que se han hecho en medir este tipo de habilidades, de sus resultados se puede desprender una idea clave que también hemos aprendido en esta pandemia: la escuela es un lugar crítico para el aprendizaje socioemocional.
En concreto, este reporte da luces sobre cómo las habilidades sociales y emocionales se diferencias por sexo, nivel socioeconómico y edad de los y las estudiantes, y cómo son relevantes en su desempeño académico y en su bienestar. Así, por ejemplo, uno de los principales hallazgos es que, independiente de su sexo o nivel socioeconómico, estudiantes de 15 años reportan menores habilidades sociales y emocionales que los y las estudiantes de 10 años. Más aún, la creatividad y curiosidad de los primeros fue menor que la de los niños y niñas de 10 años. Y esta brecha es más grande aún para las mujeres de 15 años.
En cuanto al desempeño académico, los resultados arrojan que las habilidades socioemocionales son fuertes predictores del éxito académico. En particular, de los hallazgos más interesantes es el siguiente: ser intelectualmente curioso y perseverante son de las habilidades sociales y emocionales que más fuertemente se relacionan con el desempeño académico, reflejado en este caso en las notas de arte, matemáticas y lenguaje de ambos grupos de estudiantes evaluados, de 10 y 15 años.
¿Qué significa ser curioso? En el marco conceptual de la encuesta se define como una persona con un amor por aprender, comprender y un interés genuino en la exploración intelectual; con una mente inquisitiva. La perseverancia, por su parte, es definida como la capacidad de perseverar en tareas y actividades hasta que sean completadas.
Ambas habilidades, la curiosidad y la perseverancia, pueden y deben ser fomentadas en la casa, por los padres, y en la escuela, por los profesores. En particular, estos últimos tienen muchas herramientas y situaciones en las que pueden abrir el apetito intelectual de sus estudiantes y enseñarles a terminar lo que se empieza.
Una de las actividades más relevante para desarrollar estas dos habilidades es la lectura. Al fomentar la lectura, a través de diferentes tipos de texto, de diversos temas y en distintos formatos, de manera frecuente, el profesor le abre a sus estudiantes la posibilidad de explorar y despertar la curiosidad intelectual.
De la misma forma, fomentar la lectura es incentivar la perseverancia. Leer un texto, de principio a fin, a veces puede convertirse en un gran desafío, una meta difícil de alcanzar. Pero ahí está el rol de los profesores: animar, entusiasmar y motivar a terminar lo que se empezó; y de la misma forma, reforzar positivamente por haber llegado al final de un texto o libro.
Fomentando la lectura, los profesores pueden no solamente ampliar el mundo de sus estudiantes, sino también cambiar trayectorias de vida de una forma que recién estamos comenzando a dimensionar.
Bibliografía
Kankaraš, M. and J. Suarez-Alvarez (2019), Assessment framework of the OECD Study on Social and Emotional [1] Skills, https://doi.org/10.1787/5007adef-en
OECD (2021), Beyond Academic Learning: First Results from the Survey of Social and Emotional Skills, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/92a11084-en
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Hemos gozado con el libro de la rana, muy didáctico y a mi hija le fascina! También caballito blanco y los perritos
Hermoso libro, buena calidad y su contenido e ilustraciones muy lindas
Leer es una aventura, una invitación a dejarse llevar por las palabras escritas a mundos diversos. En este caso la expedición propuesta por Octavia Mosciatti y Loreto Salinas nos acerca al maravilloso mundo de los hongos. Ambas, escritora e ilustradora, logran desplegar en cada página un clima de enseñanza entretenido y didáctico, lo hacen de forma amena y se convierten en una voz sabia y suave que nos acompaña en la caminata brindando información, revelando secretos, regalando imágenes hermosas que ralentizan la lectura y seducen a tal punto que perduran como si las imágenes pudieran atraparse con la vista y el sentimiento. Al menos, así lo hice cuando caminé por las páginas del libro y descubrí líquenes, mohos, setas que brillan en la oscuridad, setas con forma de copas y orejas... fui hacia adelante, fui hacia atrás, encontré senderos inesperados entre títulos y dibujos. Descubrí también que habitar este libro nos hace aprender a vivir mejor en el mundo que nos rodea, que las páginas se abren y cierran como alas y uno vuela -cada uno a su manera- a los montes de la memoria, a los bosques del hoy y entiende, si los pasos no fueron en vano, aunque fueran hacia adelante y hacia atrás, aunque sean zizagueantes, aunque nos arrodillemos en cada encuentro y demoremos en dar vuelta una página, entiende, lo importante de los montes del futuro. Donde hay hongos hay vida entrelazada, sí, comparto, cierro el libro, siento la textura de la tapa telada, la erre y la efe de Reino Fungi parecen miceliar pequeñas hifas y las esporas magentas vuelan hacia la contratapa. Ahora quizás vaya al monte... o quizás encienda el microscopio... o quizás abra de nuevo el libro esta vez desde atrás, para dispersarme en el glosario, porque me gustan las palabras, me gustan los hongos, porque me gusta leer y aprender.